‘Black Beach’ las dictaduras africanas y la consolidación de su director

Una de las grandes producciones españolas del año con unas localizaciones sublimes pero con un guion mediocre

Carlos, un alto ejecutivo a punto de convertirse en socio de una gran empresa, recibe el encargo de mediar en el secuestro del ingeniero de una petrolera americana en Guinea ecuatorial, África. El incidente está poniendo en peligro la firma de un contrato millonario que no puede perder. En ‘Black Beach’ el viaje deberá enfrentarse a las consecuencias de sus acciones pasadas cuando fue cooperante en el país y elegir entre sus intereses personales o los profesionales.

Esteban Crespo se aventura con su segundo largometraje tras Amar en contribución con RTVE y Netflix. Un complejo thriller donde prima la denuncia social contra el maltrato, la desigualdad social y sobre todo, frente a un sistema que vela por los intereses económicos de unos pocos. Muy similar es ‘El cuaderno de Sara‘ y ‘Adú‘, dos films grabados en el mismo continente y que recorren una línea argumental homogénea. Sin embargo, ‘Black Beach’ roza los siete millones de euros de presupuesto y se aleja demasiado de una película española habitual, lo que les ha permitido un rodaje internacional con localizaciones en Madrid, Bruselas, Ghana, Canarias, etc.

A pesar de tener una gran y cautivadora puesta en escena, los géneros se mezclan entre sí y propicia la incoherencia de la narración. Aunque consiga mantener la tensión y el ritmo en los diferentes géneros, estos no llegan a ser expuestos con claridad ni ahondan lo suficiente en el argumento. Sólo se libra la carga dramática con la crítica a las grandes empresas sobre el control que ejercen en la sociedad y sus fines. El guion , a cargo de su director, es demasiado ambicioso para ajustarse a un tiempo tan determinado en un inestable film.

‘Black beach’, un elenco en estado de gracia

Raúl Arévalo que llevaba un tiempo desaparecido, vuelve a ponerse delante de las cámaras y nos ofrece una singular interpretación demostrando que es totalmente heterogéneo en todo lo que se propone. A su lado, la sorprendente y admirable Candela Peña que libra el personaje más real tras una temporada llena de éxitos profesionales. Su naturalidad y su astucia le servirán para conquistar a cualquier tipo de público. Los actores Jimmy Castro y Emilio Buale se consagran en un registro más formado y reflexivo al que no nos tienen acostumbrados en sus anteriores trabajos.

La incuestionable producción de Black Beach les ha servido para lograr este preciado film de la mano de Crespo, en el que se consagra por sus admirables localizaciones. Gracias a ellas, llena las escenas de planos aéreos filmadas con dron que nos trasladarán al continente africano. Lo acompaña una gran banda sonora que se desplaza al ritmo de los incesantes y llamativos movimientos de cámara con una gran carga ambiciosa. Todo ello en decremento de una básica fotografía que en extraños momentos reluce y se desploma de los demás departamentos fílmicos.

Es cierto que la película mantiene la tensión en todo momento, aunque el desenlace pueda resultar demasiado predecible y básico. El conjunto de todo el largometraje no le hace justicia a su tradicional final ni a su desequilibrado guion. En cambio, es muy buena opción para ver en pantalla grande donde verdaderamente brilla por su indudable crítica social y al mismo tiempo, su director se postula de forma valiosa.

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