‘Eli’, una trama demiocre y un terror nulo

Título: Eli

Fecha de estreno: 18-10-2019

Dirección: Ciaran Foy

Elenco: Charlie Shotwell, Max Martini, Sadie Sink, Lili Taylor, Kelly Reilly, Deneen Tyler.

Guion: David Chirchirillo, Ian Goldberg, Richard Naing.

Género: Terror

País: Estados Unidos.

Eli (Charlie Shotwell), un niño que padece una enfermedad rara autoinmune, es encerrado en una clínica especial y que es el único tratamiento que los médicos conocen. Pronto descubrirá que el lugar en el que está, se convertirá en una prisión llena de peligros de otro mundo de la que no podrá salir.

Netflix sigue intentando impresionar con el cine de terror pero, esta vez, se queda a las puertas con Eli . Es un intento de misterio y terror  que pertenece a las películas perecederas de la plataforma, en parte, por el ritmo con el que las producen. En este caso Paramount adquirió los derechos hasta que  no supieron cómo venderla  y finamente fue adquirida por Netflix. Hoy por hoy viendo lo que ofrece, Paramount no iba tan desencaminado. El film es anodino, denso e inexpresivo, aun cuando venga patrocinada por el productor de “La maldición de Hill House”.

Un terror nulo, una trama mediocre y un giro final que lo remonta.

La película sigue los cánones habituales de historias de terror sobre casas encantadas, apariciones fantasmales y experimentos médicos. Todo ello reforzado por un niño que no teme al peligro y con más iniciativa que sus propios padres. A pesar de su corta edad se las apaña perfectamente para transmitir el terror, la furia y la vulnerabilidad que sufre en los diferentes momentos. El resto del elenco excepto Haley que  aporta el punto de intriga , son pesados ​​y no creíbles. El interés va difuminándose por culpa de un grupo de personajes a medio construir y con una falta de química evidente entre los actores principales.

La fórmula acaba  resultado distante y aburrida  ya que no hay mucha más historia donde aferrase, sin subtextos que le den más profundidad a los diálogos de relleno. Avanza lentamente  y de forma relativamente predecible, rara vez alcanza el nivel de impacto al que se aferra su liviana creación de suspense. Es por eso, que la película podría resumirse perfectamente en 30 minutos.

La mansión juega muy bien con los cristales ya que a la mínima fractura de uno podría acabar al instante con la vida del niño pero, a la vez, él los necesita. El  giro inesperado del clímax  proporciona un contexto tardío a ciertos momentos sin base aparente y encauza de forma notable una historia que de otra manera no debería mucha razón de ser, jugando con lo paranormal y cerrando todas las tramas con la misteriosa Haley.

Posiblemente Eli funcionaría mucho mejor si ciertas revelaciones llegaran mucho antes y sin cambios constantes en la narración. Se queda en lo que pudo ser y no fue , tras una sugerente premisa que se hunde en todo su tramo central. No merece la pena verla sólo por el final tan llamativo e inusual, ya que el clímax no convierte la película en menos monótona.

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